Los honorables regalos de las madres

Imagen tomada de esperanzadigital.com.
¿Qué mejor regalo para una madre que el cariño, respeto y agradecimiento de su prole? Si de cosas materiales hablamos, ¿qué mejor regalo que el que se consigue con el fruto del esfuerzo -el propio esfuerzo-, y no con el sudor de los demás?

Lo que hicieron los diputados, disposición harto aplaudida en el Congreso, debe ser una práctica eliminada para el eficiente funcionamiento estatal. Ojo, no hablo del hecho de los regalos a las madres que, en su gran mayoría (eso quiero pensar), lo necesitaban. No, no hablo de eso. Me refiero a que se hiciera con el dinero del pueblo por la vía menos descentralizada.

Si los “honorables hijos de sus santas madres” querían rendir tributo a las mamás de su zona, pues por qué no gestionaron recursos para las entidades llamadas a tales fines o, en su defecto, por qué no donaron su sueldo o alguna proporción de sus “gastos de representación”. Ahí tuvieron una oportunidad de oro para demostrar el nivel de sacrificio al que están dispuestos a llegar en aras de respaldar el ágil funcionamiento del Estado y el amor que sienten por las doñitas fuera de año electoral.

Unos 176.9 millones de pesos, de los suyos y los míos, fueron “invertidos” en planchas (bien), lavadoras (bien), estufas (bien), liposucciones (¿que qué?) por los “honrables”.

Mire usted, si eso no es “paternalismo busca voto elemental”, pues dígame como llamarlo. Un legislador que quiere ayudar a los “votantes” de su demarcación promueve la institucionalidad, gestiona los recursos para que las entidades públicas funcionen: los hospitales tengan insumos, la Cruz Roja, Defensa Civil, Policía Nacional, escuelas... cuenten con lo necesario para ejercer su labor.

Esos regalos nos recuerdan que en el país hay municipios en los cuales las instituciones de socorro carecen de UNA AMBULANCIA, mientras el regidor, diputado, senador... cuenta con uno de esos vehículos con su hermosa cara de Photoshop en toda la carrocería.

Pero, en la sociedad democrática donde los recursos y su “inversión” están centralizados, pues simplemente no es sociedad moderna ni democrática.

Dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez: “Ojalá llegue el día en que los diputados solo se dediquen a legislar, pero mientras tanto, no pueden darle la espalda a su comunidad”. Y yo agrego: “A confesión de partes, que me den mis habichuelas”.

Que quede claro, estoy de acuerdo que el dinero del pueblo vuelva al pueblo, pero exijo que lo haga a través de los canales creados para tal fines.

Termino este corto desahogo felicitando, aunque con un ligero retraso, a las madres por su día. Les deseo que sus hijos no sean tan buenos ni tan honorables como los que se benefician del trabajo de los otros.

Reciban un brindis de las habichuelas con dulce que usted y yo pagamos y de la cual, seguramente, no probamos ni una pasita.

Nota: De “los míos” no vuelvan a reglar sin previa petición autorización escrita y certificada (los impuestos de los sellos, y la legalización serán vendidos en mi casa. ¡Ah!, y tendremos servicio VIP para agilizar su expediente).

Gracias.

Para preguntas y comentarios, Twitter: @LuisDanielN (http://z101digital.com/app/article.aspx?id=127721)

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